miércoles, 1 de febrero de 2012

EL SOL DE MEDIANOCHE

La cuatro de la madrugada. Apoyada en la ventana de mi camarote me resistía ir a la cama. Era un espectáculo magnífico, lo había leído, visto en fotos e incluso en alguna película pero la realidad superaba toda expectativa. No quería perder ni un solo momento, las horas de sueño las recuperaría. Asi permanecí toda mi primera noche y juro que nunca me arrepentí.
Crucero por el Báltico

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